Qué vergüenza todo. Gente adulta peleándose literalmente por una bandera igual de literal. De unos días a esta parte, abro las redes sociales alejando la cara de la pantalla del móvil. Como cuando fríes bacon y sabes que el aceite acabará saltándote a la puta cara. Y qué idiota: las “noticias” saltan directamente a la boca del estómago. Por supuesto, las comillas son intencionadas. Porque, a saber. Los medios digitales están haciendo el agosto a golpe de clickbait. No les hace falta varear con mucho ímpetu el olivo del Procès para llenar el mismo capazo que antes les costaba días de trabajo periodístico. Aceitunas verdes, o negras. Muy a favor, o muy en contra. Así de fácil. Le preparo en un momento la que su comodidad prefiera, caballero, y disfrute de su 69 informativo. “Espanya ens roba”, o “España se nos rompe”. ¿Para qué vas a ponerte a cocinar? Aquí tienes, arroz de microondas listo en un minuto, y a la calle a protestar por el ideal que ya te han precocinado otros. Defiende tu identidad de Hacendado con uñas y dientes. Algo tendrás que hacer con tu opinión, ¿no? Muestra a todos que tu sentimiento de pertenencia es el lícito y genuino: o se te unirán tus rivales, o se darán cuenta rápidamente de que el suyo es el equivocado y empezarán a seguir tu página de Facebook.

Porque lo de Cataluña (y lo que no es Cataluña) fue desde siempre, una pelea de pollas. No un docking consentido en el que todo el mundo saca algún beneficio, no (el verbo “sacar” también es intencionado). Una pelea en toda regla, que como todos sabemos, comienza en los preámbulos de medírsela. “¿Qué tú QUÉ? ¡Pues mira ESTO!” Y como la cosa estaba algo empatada, vamos al gol average. A ver quién tiene los huevos más gordos, entonces. Que aunque de falo ambas partes de las partes andaban algo igualadas a la baja (aunque acabaran aceptando medir desde la base, para evitar sendos ridículos), de huevos la batalla sí se ponía titánica. Porque si se trata de pollas, puede que juguemos en Regional Preferente, pero nuestros huevazos compiten en la Champions. De nuevo, el “nuestros” es intencionadísimo, porque aquí mojamos todos en la misma salsa, queramos o no. En salsa Hacendado claro, no vayamos a perder el tiempo preparando una de verdad.

Lo de apartar la cara del smartphone, decía, no viene de ahora. Ya llevamos unos añitos engullendo el hype previo a la sentencia del Tribunal Supremo, cortesía de nuestra eficaz clase política. Toda una secesión, digo sucesión de teasers, que ya hubiera querido la peña de Marvel. No vaya a pillarnos la guerra campal sin una opinión formada. Que ya hay que ser zoquete para que te pille el toro, también te digo, porque una buena opinión te la formas en cuestión de minutos. Yo mismo acabo de modelar la mía con el café de la mañana. Y por la mía quiero decir, por supuesto, La Correcta. La Verdadera. La que podría invadir otro país para imponerse a opiniones impías y paganas a golpe de titular sensacionalista con señoras agredidas por agitar una bandera (la que sea). Y mi opinión es que, aún reconociendo que la situación se agrava por momentos, todo este asunto me importa una mierda. Incluidos los miserables pichacortas que se suben a un bus berreando «A por ellos». Yo ya tengo mi propia polla, y estoy razonablemente satisfecho.

Si sigo abriendo Twitter, a pesar de que el Timeline me escupa aceite hirviendo, es porque debajo de toda esta marabunta informativa hay unos señores jubilados que se han recorrido cientos de kilómetros andando para reclamar unas pensiones decentes también para mí, y quiero saber que han llegado bien. Lo abro porque empezamos a verle las orejas a una nueva crisis agazapada (cada vez menos) tras el cartel de los grandes bancos, y nadie se preocupa. Porque unos señores se han quedado cortos de papel higiénico, y en vez de bajar al chino a comprar, prefieren usar las papeletas de voto que les hemos dedicado con cierto esfuerzo. Quiero leer qué está pasando con los desahucios, y con el masaje escrotal que nuestros dirigentes obsequian cada vez con más ahínco a los fondos buitres que de verdad resquebrajan nuestro país. Abro Twitter para ver si este mes volverá a subir la luz para que algunos tipejos se encuentren los asientos calentitos cuando lleguen a su Valhalla a través de las puertas giratorias. Estoy deseando leer qué pasa de una puta vez con la derogación de la vergonzosa Reforma Laboral, que vende nuestros laborales culos al peor postor. Esto es lo que de verdad me preocupa, y no que de repente Cataluña se separe de la península y flote a la deriva como en la fantástica “La balsa de piedra” de José Saramago.

Y ahora, si me disculpan, voy a calentarme el arroz de microondas, que se me hace tarde y esta polla no va a medirse sola.

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